YA es viejo, mas aun vive cual en sus años mozos, bajo un sol veraniego o una invernal ventisca; y, por esos caminos, va recitando trozos de romances en donde la tristeza se enrisca.
Para llorar dolores y reir alborozos, trae a cuestas el viejo la guitarra morisca, la obscura compañera de trémulos sollozos, {10}«de las voces, aguda; de los puntos, arisca».
De villorrio en villorrio, de posada en posada, a la lumbre del día, o a la luz plateada de la noche, va el viejo desgranando el cantar.
Un niño se detiene, se asoma una vecina, una puerta se abre, un balcón se ilumina... Y, rumbo al Sueño, pasa mi corazón juglar.